15 sept 2015


ARDE COMPLUTUM 2015 
(Testimonio siervas del Hogar de la Madre de Alcalá de Henares)

Semana de evangelización en las calles de Alcalá de Henares, Madrid (España), del 19 al 26 de julio de 2015.
Las Siervas del Hogar de la Madre de Alcalá de Henares hemos vivido una semana muy especial. El grupo "Kerygma" organizaba durante el verano una semana de evangelización en la diócesis. Este año, el Señor ha querido que cuatro hermanas nos lanzáramos a la calle a dar testimonio de su amor.
Nos reunimos unas 70 personas de edades y procedencia diferentes, laicos y religiosos, muchos de ellos conversos rescatados por Jesús que ahora desean ayudar a otros a conocer al Señor.
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Los tres primeros días en el Monasterio de Las Bernardas fueron como un cenáculo, dedicados a la oración y a la formación. Solo al llegar la noche salíamos a la calle a evangelizar. Se exponía el Santísimo, orábamos juntos y comenzaban a nombrar a las parejas de enviados. Al oír tu nombre, te arrodillabas en el pasillo central. Después pasaba el sacerdote bendiciendo a cada uno con el Santísimo: “Id en nombre de Dios, llevad la paz de Cristo”. Entonces, salíamos a la calle dispuestos a acercarnos al primero que pasara para decirle que Dios le ama y que le está esperando. Mientras, un grupo se quedaba en la iglesia rezando por las personas que íbamos encontrando. Fue sorprendente ver cuánta gente respondía y entraba en la iglesia. Algunos rompían a llorar cuando estaban delante de Jesús, otros dejaban su vela al pie de la custodia y rezaban con su corazón, algunos se confesaban después de años de alejamiento, otros se quedaban impresionados al leer las frases con la "Palabra de vida" que cogían. Mientras estábamos evangelizando, el coro cantaba invocando al Espíritu Santo, reconociendo el amor de Dios, alabándole, suplicándole.
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Acabado el tiempo de evangelización, recibíamos de nuevo la bendición y salíamos a la calle para rezar el rosario, confiando a nuestra Madre a todas las almas que habíamos encontrado: las que habían acogido la llamada de Dios y las que no habían querido acercarse. La primera noche le agradecimos con todo nuestro corazón la confesión de un hombre que llevaba 37 años sin acudir a este sacramento. Después del rosario, nos íbamos a descansar unas horas, cada uno en la casa donde había sido acogido.
El miércoles presidió la Eucaristía D. Juan Antonio, nuestro obispo. Hizo el envío y salimos en grupos a tres parroquias diferentes. Las hermanas fuimos enviadas a Sta. Teresa. Allí, los misioneros salíamos también por las mañanas, siempre de dos en dos, para que mientras uno hablaba el otro invocara al Espíritu Santo. Las tardes estuvieron dedicadas a los testimonios y a salir con Nuestra Madre de paseo por las calles para sembrarlas de avemarías.
La noche del jueves, después de evangelizar, se hizo una procesión con el Santísimo, y llegamos hasta las zonas de bares y terrazas para que Jesús bendijera a todos. Don Francisco, el párroco de Sta. Teresa, que no paró de confesar mientras evangelizábamos, nos decía: "¡Cuántos milagros hemos vivido estos días!".
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El viernes, después de la misa en las parroquias, salimos de nuevo hacia el Monasterio de las Bernardas. Fue una alegría encontrarnos de nuevo con todos los misioneros. Tuvimos una vigilia de oración preparándonos para “la gran misión” del sábado en la plaza de la Catedral, que es zona de salida nocturna de jóvenes. Cenamos pronto y fuimos a preparar el altar exterior, el sistema de sonido, las velas del pasillo central que conducen a los que entran hasta los pies del Señor, las mesas de acogida, donde se entregan las velas y los papeles para escribir sus peticiones… Fue muy bonito ver a misioneros por todas partes, dando la cara por Jesús. Los sacerdotes no tuvieron descanso atendiendo a todos aquellos que quisieron confesarse. Acabado el tiempo de evangelización, salió Jesús a la plaza, al altar exterior, donde fue precioso ver a los propios misioneros arrodillados entregando su vida al Señor.
El domingo, uno de los misioneros nos dio testimonio de cómo él había sido rescatado tres años atrás en una evangelización como esta, cuando se dirigía a suicidarse.
Es asombroso ver el poder de Dios y su humildad, pues cuenta con nosotros para llegar a las almas.