Comenzamos orando por los frutos de la Semana de evangelización en
Estremera, en la Parroquia “Nuestra Señora de los Remedios”, conscientes de que
si rezamos, sucederán cosas, y así se lo hemos suplicado al Señor con todo el
corazón, intercediendo por la conversión de todo el pueblo.
Durante la Semana Cenáculo
(11 al 14 de marzo), el párroco, don
Julio Alejandre, los misioneros y la gente de la parroquia, hemos tenido varios
momentos de oración y formación, y
juntos hemos celebrado la Eucaristía, presentando al Señor a todas las personas
con las que nos íbamos a encontrar durante la misión.
Dispusimos una sala para estar más recogidos y calentitos, y así
permanecer orando con la Virgen María, adorando al Señor. Ella ha estado muy
presente, junto con todos los santos, especialmente el Padre Rubio, que vivió
en este lugar y al que muchos tienen una gran devoción.
Las enseñanzas pretendían
recordarnos que la oración es fundamental y cómo Jesucristo cuenta cada uno de
los bautizados para la salvación de los hombres. Los misioneros comparten su
testimonio con nosotros: Raquel e Isabel nos hablan de las maravillas de Dios
en su vida.
El sábado 15 de marzo
comenzamos a recorrer el pueblo, invitando a los vecinos a acudir a la Iglesia
a los diferentes actos que iba a haber y anunciándoles la Buena Noticia:”Jesucristo te ama, está vivo, ha muerto y ha resucitado
por ti, desea regalarte su vida”. Vamos rezando un Ave María por cada persona
con la que nos encontramos, tras cada puerta a la que llamamos. En general, la
gente es muy atenta, cariñosa y educada.
Amanece un día espléndido, los almendros lucen sus primeras
flores…Es domingo, celebramos la resurrección del Señor, su victoria sobre la
muerte nos hace partícipes de su vida inmortal. Ha empezado la Semana de Pentecostés (16-23). Somos enviados por la Iglesia,
nuestra Madre, en el nombre del Señor. Por la tarde, los misioneros se
distribuyen en dos grupos: uno permanece en el pueblo adorando a Jesús expuesto
en la custodia, mientras varios hermanos salen a evangelizar por calles y
casas; otro, con el párroco, visita la cárcel de menores de Brea de Tajo, donde
comparten su testimonio, tienen un rato de alabanza y realizan unas dinámicas
con algunos jóvenes. Al finalizar, todos se reúnen en torno al Señor, contentos
de ser sus testigos, para recibir su bendición (domingo 16 de marzo).
El lunes 17 de marzo
celebramos la Eucaristía, adoramos al Señor y fuimos de nuevo enviados a
recorrer el pueblo. Agustín, tan ardoroso, no permitía que nadie se fuera de su
lado sin haber recibido la Buena Noticia: repartía con una amplia sonrisa a los
niños de una guardería para que llevasen a sus madres unas octavillas con el
kerygma y el horario de los actos que iba a haber en la parroquia. Nos contaba
que “ya había peinado tal zona”, es decir, que todos sin excepción habían sido
invitados y, lo más importante, evangelizados. Don Julio también nos acompañó
por las casas y varias personas se emocionaron bastante al recibir una visita
tan especial, pues algunas no podían acudir a la Iglesia por enfermedad. Les
animamos a solicitar que el sacerdote viniera a traerles la Comunión…¡que no se
perdieran lo más grande del mundo! Nos encontramos también con una señora que
estaba muy enferma de cáncer y no oía: don Julio le dio la bendición y
estuvimos rezando por ella. Regresamos felices tras dos horas y media que se
nos pasaron rapidísimo.
Al día siguiente, continuamos pidiendo con fe a Dios que abriese y tocase los
corazones. Nos encontramos en un banco, en la calle, con un hombre que se estaba
quedando ciego. Le escuchamos, nos contó su historia, le dimos una Palabra de
la Escritura y rezamos por él.
Comienzan los momentos de predicación del Kerygma. El miércoles 19, Javier nos habla sobre el
amor de Dios y el pecado con ardor y en un tono desenfadado que mueve a confiar
en este Dios tan grande. A continuación, acto penitencial. Nos perdonan en
nombre de Jesús don Julio, don Rafael, don Francisco y don Fernando. ¡Día de
alegría en el Cielo por regalar misericordia para quien la quiera recibir!
Jueves eucarístico (20 de
marzo) con charla-testimonio de Dionisio: “La salvación de Jesucristo”. A
todos nos impresiona su amor al Señor-al que llama “el Amado”, y con quien
desea estar a todas horas-. También la presencia de su mujer enferma-“el ángel
que Dios me ha regalado”, nos comparte- El sacerdote pasó uno por uno dándonos
la bendición con el Santísimo y muchas lágrimas de emoción surcaron las
mejillas…Como a los enfermos en Lourdes, nosotros también padecemos nuestras
enfermedades y acudimos al Médico capaz de sanarnos. Este momento fue de los
más bonitos, que más ayudó a la gente, como después nos compartieron.
El viernes 21, tras el
Rosario y la Eucaristía, Eli nos habló sobre la fe y la conversión con alegría
y ardor contagiosos, y dispuso nuestro corazón para acompañar a Jesús
Eucaristía en procesión por las calles de Estremera. Es providencial que exista
una cofradía del Santísimo en el pueblo, pues teníamos el deseo de hacer la
procesión y de este modo no hubo que preparar nada, pues ya estaba todo listo. Los
vecinos prepararon varios altares en sus casas para recibir a Jesucristo:¡qué
gran misericordia la de Dios, que recorre el pueblo llevando su bendición,
yendo a buscar a cada persona para regalarle su Vida, si la quiere acoger!
La semana iba llegando a su fin y le pedíamos al Señor que, como en Caná (cf. Jn 2), guardase el vino bueno para el final. El sábado 22 por la mañana hubo juegos para niños, por un lado y, por otro, Mª Carmen dio una enseñanza sobre el Espíritu Santo y recorrió, de manera maravillosa, a modo de resumen, las enseñanzas previas. Seguidamente, tuvo lugar la oración de efusión del Espíritu Santo, donde suplicábamos al Señor que renovase nuestra vida. Terminada la oración, comimos juntos en un ambiente muy familiar y, a continuación, vimos la película “La última cima” en la casa de la cultura. A la gente le ayudó mucho el testimonio de Pablo Domínguez, especialmente a José Miguel, un niño de nueve años que “se está pensando” eso de ser sacerdote. A continuación, nos dirigimos a la Iglesia y nos preparamos para rezar el Rosario por las calles del pueblo, portando el icono de la Virgen María, Estrella de la Nueva Evangelización. Concluimos la jornada con el centro de nuestra vida: la Santa Misa.
El domingo 23 celebramos
juntos la Eucaristía dando gracias a Dios por tantos beneficios y quedaba clausurada
oficialmente la misión, aunque esta continúa, regando con oración la semilla
que se ha echado.
Después, un matrimonio nos
invitó a riquísima paella. Fuimos a la
casa de la cultura y, tras la comida, vimos un documental sobre Paul Ponce, un
testimonio sobre el matrimonio cristiano que a todos encandiló.
Seguidamente, compartimos nuestros testimonios. Los vecinos
coincidían en cómo les había ayudado adorar a Jesús Eucaristía de un modo
nuevo: teniéndole cerca, en un ambiente recogido que invitaba a orar…y
coincidían en la necesidad de no acostumbrarse a su presencia cotidiana. Las
enseñanzas les hicieron mucho bien, comentaban. Hablaban de la necesidad de
rezar el Rosario y del poder que tiene esta oración para ayudar a todos a ir al
Cielo. También destacaron el momento “maravilloso” de la bendición con el
Santísimo, uno por uno, pues, ¿verdaderamente hay alguien que tenga a Dios tan
cerca como nosotros, siempre…hasta el punto de poder recibirlo en nuestro
corazón?
Te damos gracias, Señor, por estos días de gracia que nos has
regalado vivir. Gracias infinitas, Señor, por permitirnos ir en tu nombre a
anunciar tu misericordia. Gracias, Señor, porque no cesas de ofrecerte y de
interceder por cada hombre para que seamos santos como Tú eres santo, para
darnos tu vida, para sanarnos y liberarnos del pecado.
Gracias, Madre, por tu constante presencia y protección. Gracias,
santos ángeles y santos de Dios.
Gracias a todo el pueblo de Estremera por su acogida cariñosa y
por su entrega, especialmente a su párroco y pastor, don julio Alejandre.
Gracias a todos los que habéis rezado por los frutos de esta
misión.
Gracias a quienes habéis compartido la formación y vuestro
testimonio: Javier, Dionisio, Eli, Mª Carmen, Antonio. También a quienes habéis
venido a interceder: Bea, Luis y José.
¡Señor,
gracias porque esta siembra que hemos realizado tú la harás fructificar!
Gracias
también a los misioneros que habéis participado: Carlos, Raquel, Alicia, José
Ignacio, Anna, Agustín, David, Luis Miguel, Virginia, Nuria, Consuelo,
Natalia, Roberto, Toñi, Ricardo, Víctor,
Belén, Estrella, Angelines, Lydia y Yolanda. Y a los que al final no habéis
podido venir.