6 nov 2014

CRÓNICA DE HOLYWINS 2014
LA GRAN FIESTA DE TODOS LOS SANTOS
¡La santidad vence. Alegrémonos, vivamos lo que somos, dejémonos transformar por el Señor y comuniquemos a todos este tesoro!
Desde 2009  celebramos cada 31 de octubre, en la Víspera de todos los Santos, Holywins en la Catedral-Magistral. Holywins es un juego de palabras que en inglés significa “la santidad vence”. Esta es una de las muchas iniciativas pastorales con las que don Juan Antonio Reig Pla alienta, con corazón de padre, el anuncio de Cristo resucitado a los niños y a los adultos, a los alejados, a los empobrecidos, a los que sufren, a los heridos, a los que no conocen a Dios: todo con caridad y verdad. 
Por segundo año consecutivo, contamos  también con un espacio para ayudar a los más pequeños a celebrar esta solemnidad. Desde la Delegación de Infancia y la Asociación de los Santos Niños  Justo y Pastor se preparó con mucho cariño una fiesta para los niños en la lonja y patio de la Catedral y en la plaza de santa Lucía: alabanza, merienda, catequesis-gymkana en torno a la vida de santa Teresa de Jesús y de sus amigos santos y adoración eucarística.





A continuación, recibimos nuestro santo intercesor para este año, un amigo del Cielo que Dios nos regala para dejarnos ayudar por él y caminar juntos hacia la meta. Seguidamente, nos prepararnos para la celebración de la Eucaristía, el centro de nuestra vida, que fue presidida por nuestro obispo y pastor, don Juan Antonio Reig Pla, que insistió en que “la santidad vence”, pues «¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero!»(Ap 7,10). Continuamos con adoración eucarística, rosario, envío de los misioneros y evangelización por las calles. En el interior del templo los sacerdotes confesaban sin parar, los hermanos de la Renovación Carismática (RCCE) rezaban por aquel que lo necesitase y todos adoraban al Señor e intercedían por la misión. En el exterior, también se podía uno encontrar  con jóvenes de la RCCE que anunciaban con alegría el amor de Dios a través de mimos. A las 23:00 Jesús Eucaristía salió en  procesión a  la plaza de los Santos Niños, donde tuvimos un rato de adoración. Concluimos con un chocolate calentito.

 
 





¡Gracias, Señor, por todo, por ti mismo, por tantos beneficios! ¿Cómo podremos pagarte tanto amor? Gracias por tanta bendición como derramas sin cesar, sobreabundantemente, para quien la quiera acoger. Bendícenos, Señor, haz de nosotros una bendición para nuestro mundo.
Gracias, Virgen María, por tus cuidados maternales, porque nos engendras con dolor para que seamos un día moradores del Cielo. Que tu Inmaculado Corazón triunfe en nosotros y en cada hombre. Gracias, ángeles y santos, amigos de Dios y nuestros, que cuidáis de nosotros y nos alentáis para ser un día perfectos en la caridad.
 Gracias también a todos los que habéis orado –y continuáis orando- por esta misión y por nosotros, a todos los que habéis servido en los diferentes ministerios. Dios os premie como solo Él sabe. ¡Seamos santos, como el Señor desea!
«La fe se fortalece dándola», decía san Juan Pablo II.
Compartimos, a continuación, algunos testimonios:
«Personalmente, fue un gran acto de fe, de confianza y de amor al Señor, porque el miedo y los nervios me estaban atacando, ¡y porque no me sentía capaz!
Pero tanto la experiencia previa con los demás hermanos en la preparación como el momento de estar en la calle fue genial.
Rezamos antes brevemente pidiendo el Espíritu Santo para que él se encargara de nosotros ¡y así fue!
El Espíritu Santo nos llevó entre todos a una alabanza, con mucha animación, alegría, risas, bailes… Niños, padres, jóvenes… -disfrazados algunos hasta de brujas- danzaban y cantaban alabando al Señor, para proclamar que todos podemos ser santos. Lo más importante es que caminemos con Jesús, que podremos tener dificultades, pecados…¡pero si estamos con el Señor, nada tenemos que temer! ¡Así que pidamos que Jesús sea nuestro mejor amigo, para amarle y así amar a los demás! (Laura, sobre la fiesta con los niños).
«Lo que más me ha impresionado de toda la noche ha sido cuando llevábamos al Señor Eucaristía en procesión por la plaza hasta el altar. Se notaba que todos los santos estaban intercediendo desde el cielo tanto por los que estábamos de rodillas adorando al Señor como por los que pasaban por allí, que se quedaban mirando sin saber muy bien lo que pasaba. Esta noche el Señor ha tocado muchos corazones.  A nosotros nos toca abrirnos a Él con total confianza. Gracias, Señor, por lo que haces cada día por nosotros (Sandra)».
«Me gustó la alegría que se percibía [en la fiesta infantil]. Los niños estaban encantados bailando y era una evangelización ver a tantos niños alabando al Señor y bailando con jóvenes vestidos de distintos santos.
Respecto a la procesión con el Santísimo y la adoración en la calle, estuve en primera fila, de manera que no veía nada de lo que ocurría detrás. Para mí fue un rato maravilloso y me ayudó mucho recordar cuando el Obispo habló en su homilía del Monte Tabor, pues eso sentí yo. El tiempo que tuvimos de adoración se me pasó volando y varias veces le dije al Señor: "¡qué bien se está aquí!" (David).
«Salí con una amiga que nunca había salido a evangelizar. Al principio la gente estaba muy negativa a escuchar, a  pasar a la iglesia y acompañar a Jesús.
Pasamos a la Catedral con un matrimonio que en un principio no iba a pasar, pero se acabaron animando, hasta le escribieron una petición relajados en un banco y mientras compartían el bolígrafo, estuvieron delante de Él. Los acompañamos a la presencia del Señor y ellos luego reconocían que a pesar de ser creyentes iban poco a Misa.
Me llamó la atención un chico solo en la puerta de un bar, por la catedral. Nos acercamos. Le anuncié el kerygma. Él estaba trabajando repartiendo invitaciones a ese sitio.
Me dio dolor  la historia que nos contó, pues tiene un cáncer desde el 2006, lo está pasando solo, no se lo ha dicho a sus  padres para que no sufran… Le decía: Dios te tiende la mano, sale a tu encuentro, no estás solo, déjate cuidar por Él. Le invitamos a entrar, a que rezaran por él. 
Cuando estábamos en la plaza en presencia del Señor, le vimos y le invitamos a que fuera a ponerse en su presencia, pero como estaba trabajando, no podía. Le di un abrazo. ¡Qué ternura producía, dándose quimio, radio…y como un campeón trabajando! Nos contaba que toda su vida había sido un sufrimiento. Le decía: aprovecha tu enfermedad para poder  encontrarte  con Jesús. Dios no te deja nunca, es muy sensible.
Se le veía tan indefenso, solo, con mucha falta de cariño… Se asombró de nuestra preocupación por él, como que nadie se había preocupado por él así.
Deja abierto tu corazón a Dios- le decía- déjate querer por Él, cuidar. Él te ama con locura.
¡Qué grande es Dios, siempre tan pendiente de nosotros que nada le es indiferente, que sale al encuentro de sus hijos por donde sea, pues no quiere vernos mal, nos quiere con todo su ser! (
Loly)».
Gracias, Jesús, porque eres nuestro Salvador, el único redentor del hombre, el anhelo y la felicidad de nuestra vida. Enséñanos a amar como tú, hasta el extremo, a ser lo que estamos llamados a ser, haciendo de nuestra vida un sacrificio de alabanza; enséñanos a anunciarte a los hombres, para que todos se salven y ninguno se pierda.
¡Gracias, Señor, por todas las maravillas que has hecho, haces y harás! ¡Haz fructificar, te suplicamos, la semilla que ha sido plantada en los corazones! ¡A ti la gloria, Santo eres, Señor, nadie hay como tú! ¡Haznos santos como tú eres Santo!