HOLYWINS 2015;
Unidos en la carrera a la santidad
El pasado 31 de octubre
celebramos en la diócesis de Alcalá la
víspera de Todos los Santos con una gran fiesta en honor a la santidad. Hemos
nacido para ser santos desde nuestro bautismo, como Dios es santo. En esa tarde
recordamos y celebramos que muchos hombres y mujeres ya están en el Cielo
contemplando a Nuestro Señor cara a cara y que allí nosotros tenemos preparado
un sitio que nos espera.
Este año la fiesta
comenzó a las cinco de la tarde para los más pequeños, que acudieron a la plaza
de los Santos Niños vestidos de ángeles, reyes, santos, y fueron acogidos con
una merienda y cantos de alabanza preparados por el Secretariado diocesano de Infancia
y voluntarios-dinamizadores de ocio y tiempo libre de la asociación de los
Santos Niños.
Se reunieron después
por equipos para ganar la carrera de la santidad y llegar a la meta del Cielo. Catorce
santos rodeaban la plaza. Cada equipo conoció a un santo y tuvo que superar
pruebas relacionadas con su vida. A continuación recorrieron el centro del
casco antiguo buscando y descubriendo a más santos que les proporcionaban lo
que necesitaban para alcanzar la santidad: oración, sacramentos, Palabra de
Dios, sacrificios, amor fraterno…
Terminaron adorando a
Jesús vivo, en la capilla de S. Pedro. Al entrar a la Magistral todos recibimos
nuestro santo intercesor, para que nos proteja durante el próximo año y nos
sirva de ejemplo en su vida de amistad y servicio a Dios.
La Eucaristía fue
presidida por nuestro obispo D. Juan Antonio Reig Pla. Niños, jóvenes, padres,
abuelos, participamos en la misa de vísperas y tomamos nuestro mejor alimento:
Jesucristo vivo y resucitado.
Después le adoramos, y
oramos en reparación de todas las ofensas que sufren durante esa noche el
Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María, preparándonos para
la misión.
Los adolescentes
tuvieron un momento de alabanza y testimonios en el patio de la Catedral.
Arrodillados en el
pasillo central de la Catedral de dos en dos, D. Juan Antonio nos dio la
bendición con el Santísimo a cada pareja y salimos a la calle a anunciar a
Jesucristo, el Hijo de Dios, vivo, que nos ama personalmente a cada uno y nos
espera, siempre.
Muchos entraron por la
novedad de ver la Magistral abierta a esas horas, otros iban acompañados de los
misioneros que les acababan de encontrar en la calle, tal como estaban,
vestidos de zombis, de diablos, con las caras pintadas o desfiguradas…y se
postraban ante Jesús. Otros mostraban, asombrados, la alegría de que
estuviéramos celebrando la tradicional festividad católica de los santos, en
medio de Halloween.
Los sacerdotes no
pararon de confesar y hubo muchos que pedían que rezaran por ellos. La belleza
de la Catedral, las luces, las velas, las flores, la música, nos acercaban al
Cielo.
Poco antes de la
medianoche, Nuestro Señor salió a la plaza de los Santos Niños en procesión
bajo palio y durante una hora estuvo allí, bendiciendo a todos los que le
adoraban de rodillas, y a los que pasaban de largo, sorprendidos por la escena.
Jesús quiere que todos los hombres se conviertan y se salven, que ninguno se
pierda. Y en la humildad de la Eucaristía toca nuestros corazones.
De vuelta a la
Magistral, se reservó y cantamos a María, nuestra Madre y Señora.
Para finalizar la
noche, compartimos un chocolate caliente en el patio de la Catedral.
Gracias, Señor, por
cuidarnos, porque Tú estás entre nosotros y acoges cada corazón que presentamos
ante ti. Bendito seas, ahora y por siempre.